Deprimartes encaminado:
"Quería escribir una canción que representara una
mirada resignada pero alegre sobre nuestro destino, sobre nuestra muerte, sobre
el Apocalipsis" dijo David Byrne sobre esta canción. Y creo que dio en el
clavo. Existe más de una manera a través de la cual el ser humano puede lidiar
con el hecho de considerar su finitud en esta Tierra. Una de ellas es el humor.
Y otra es la religión. Y en esta canción encontramos una extraña mezcla de
ambas, lo cual hace que la letra adquiera una ironía filosa si interpretamos
que se nos está hablando en ella de todo el discurso litúrgico en que se basa
cualquier credo: “Bueno, nosotros sabemos adónde
vamos, pero no sabemos adónde hemos estado. Y sabemos muy bien lo que ya
conocemos, pero no podemos decir lo que hemos visto. Y ya no somos unos niños
pequeños, y sabemos lo que queremos. El futuro va a llegar sin duda alguna,
sólo dennos tiempo para hacernos a la idea”. Palabras
más, palabras menos, cualquier religión que se precie de tal manifiesta el
mismo espíritu mistérico a través del cual se nos dice mucho… Pero no se nos revela
nada. Todos parecen tener la verdad, sólo que no pueden explicarla con
palabras… En fin…
“Sí, estamos en camino a ningún lugar, vengan
con nosotros. Tratando de subirnos este viaje a ningún lugar, nos subiremos a
ese viaje”. El ciclo de la vida aparece reflejado en algunas secuencias del videoclip
de esta canción. Las luchas, los encuentros, las búsquedas, la realización de
una familia. Todo da la sensación de un permanente movimiento. Es común pensar
que la vida es un camino que hay que recorrer, pero nadie sabe a ciencia cierta
el destino de ese viaje. Sólo sabemos que algún día se va a terminar, y para
ayudarnos con la angustia de esa ignorancia muchos prefieren imaginar que al
final de la ruta se encuentra un lugar paradisíaco aguardándonos para que
podamos descansar eternamente. Para reforzar estas ideas imaginarias y
reconfortantes, el discurso que suele reinar entre los acólitos de estos grupos
suele sonar parecido a esto: “Me siento muy bien esta mañana, ya sabes; estamos de camino al
Paraíso. Aquí vamos, aquí vamos”.
Los Talking Heads supieron posicionarse en la
década del ’80 como una banda identificada con un tipo de Rock pensado para el
público adulto, con un sonido limpio, agradable y unas letras de esas que hasta
te pueden dejar pensando. Es muy valorable que hayan logrado ocupar ese nicho en
una época en la cual primaba la subcultura juvenil. Y al frente de esta interesante
y muy exitosa banda estuvo David Byrne, un artista con un amplísimo gusto musical;
que no sólo incursionó en experimentos electrónicos y hasta operísticos sino
que es uno de los pocos rockeros, junto con Paul Simon, que se ha fanatizado
con los ritmos afros y latinos: “Tal vez te preguntes adónde estás. A mí no me importa eso,
porque aquí es donde el tiempo está de nuestro lado. Te llevaremos ahí”.
Volviendo a las temáticas espirituales, aparte
del proselitismo acérrimo, digamos que un “sine qua non” de estas lides es la
aparición de las alucinaciones místicas; como las descriptas en este fragmento
de la letra: “Hay una ciudad en mi mente, ven rápido y súbete a este viaje, y
todo estará bien. Y es un lugar que queda muy lejos, pero día a día está
creciendo; y entonces todo estará bien. ¿Te gustaría venir y unirte a nuestro
viaje? Puedes ayudarme a cantar esta canción, todo estará bien”. Y a pesar de tanta
histeria colectiva, siempre habrá alguien que pueda detener su andar,
contemplar la gran rueda de hámster en la que estuvo corriendo durante años, y
pronunciar palabras que bien podrían ser las de cualquier desencantado de la
vida describiendo las innumerables prédicas que ha tenido que escuchar
provinientes de un púlpito: “Pueden decirte qué hacer, pero sólo con eso te convertirán en
un tonto. Y para ti igualmente todo estará bien”. ¡Feliz Deprimartes!
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