martes, 1 de agosto de 2017

Capítulo 179: “Weapon Of Choice”. Fatboy Slim. (2001)



Deprimartes volador:

“No te alarmes por el tono de mi voz. Mira mi nueva arma, el arma que elegí. Oh, sí”. Desde que ha comenzado el nuevo siglo, nuestro bien amado Rock & Roll ha parecido comprender que su época de gloria había terminado. Los años en que cargó sobre sus hombros el hecho de ser el marco cultural a través del cual se desarrollaron las revoluciones sociales más importantes de los últimos tiempos tuvieron que ver únicamente con ese Siglo XX al que tan bien definió Enrique Santos Discépolo como “un despliegue de maldad insolente”, cuando tan sólo había visto pasar un tercio del mismo. Y tal vez por eso, habiendo mirado hacia atrás, a todos los laureles que consiguió, fue que decidió correrse del “mainstream”, la corriente principal; o sea todo aquello que marca tendencia en la música. Y su trono sagrado en todos estos años ha sido ocupado por diversos inquilinos momentáneos y de mucha menor plusvalía cultural. Uno de ellos es sin duda la Música Electrónica, que funciona como un apropiado escape de nuestra existencia mundanal a la hora de encontrar un lugar multitudinario en el cual bailar bajo los efectos de algún psicofármaco. Su historia se hunde en la década del ’60 con la aparición de los primeros sintetizadores, y se ha ramificado tanto a través de los años que sus vertientes son incontables. Algunas de ellas están bastante emparentadas con el Rock, especialmente la corriente llamada Big Beat, representada por The Prodigy, The Chemical Broters, o quien hoy nos ocupa: Fatboy Slim.

“Escucha el sonido de mi voz. Puedes chequearlo, esta es mi arma elegida”. Que ese nombre no nos confunda y nos haga pensar que hablamos de una banda. Para nada, Fatboy Slim es el seudónimo que usa como DJ el señor Norman Cook, un músico devenido del Rock ochentoso; que supo ser bajista de la excelente banda The Housemartins, y a quienes ya tuve el honor de pasar revista en mis Deprimartes. Su interés en la electrónica y su buen gusto como músico rockero se amalgamaron para entregarnos algunas piezas memorables dentro del sonido bailable. Para esta maravilla de tema que les presento hoy, sampleó la introducción de la canción “Into My Own Thing” del grupo de Funk Rock de los años ’60 Sly & The Family Stone. Y vaya que quedó bien: “Puedes elegir esto, o puedes elegir aquello. Puedes elegir esto, o puedes elegir aquello”. Eligió bien, y terminó por quedarse con toda la música y mezclarla en su propio caldero, para ver qué tipo de hechizo le saldría: “O bien puedes elegir quedarte con nosotros”.

“Camina sin ritmo, así no atraerás al gusano. Camina sin ritmo y así no atraerás al gusano”. Aquí hay una referencia a la que probablemente sea la mejor saga que nos haya dejado la Literatura de Ciencia Ficción, “Dune”, de Frank Herbert. En el planeta desértico de Arrakis se extrae la especia más valiosa del Universo, la “Melange”, y para cosecharla hay que evitar llamar la atención de los enormes y peligrosos Gusanos de Arena. Como estos monstruos reconocían las vibraciones rítmicas como signos de una eventual presa, el aprender a caminar sin ritmo era una forma de evitar que aparecieran: “Pero si caminas sin ritmo, nunca aprenderás”. Aunque, tal cual reconoce la letra, si caminamos sin ritmo y los problemas no aparecen entonces nunca aprenderemos a enfrentarlos y resolverlos.


Estamos ante uno de los videoclips más consagrados de la historia. Dirigido por ese genio ganador de un Oscar que es Spike Jonze, y protagonizado por el también bailarín Christopher Walken –a quien volvemos a tener en este blog como participante de un video musical-, este corto se llevó el Grammy al mejor video del año y seis premios MTV en el año 2002. Inclusive ese mismo año la cadena VH1 lo elegió el mejor video de la historia: “Cultivado orgánicamente, hoy vago a través del hemisferio para hacerle el amor a los ángelez de luz, y por supuesto, a mi chica. Supongo que no entiendes que esto va más allá de ser un hombre, mientras me dejo llevar a la deriva por la noche, siento que vuelo”. La acción del videoclip resulta curiosamente simple y simpática. Un hombre se encuentra sentado solo en el lobby de un hotel, en un estado de somnolencia debido al ruido de unas aspiradoras lejanas. De buenas a primeras, y al compás del ritmo que escupe un equipo de música cercano, este buen señor salta de su asiento y comienza a ejecutar un paso de baile tras otro. Hasta allí, nada fuera de lo hilarante; sazonado con algún que otro plano fílmico digno del gran Kubrick. Pero es hacia el final del video que se plantea algo mucho más existencial, ya que en su soledad el bailarín comienza a flotar, a levitar y a volar. Siguiendo la ruta del interrogante zen que reza: “¿Hace ruido un árbol al caer en medio de un bosque si no hay nadie que pueda escucharlo?”, bien podríamos dejarnos llevar por ese pensamiento y especular que las personas cuando estamos solas somos libres. ¿Podemos volar sin alguien que nos diga que es imposible? Al menos, en nuestros pensamientos, sí. ¡Feliz Deprimartes!

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