Deprimartes
flautista:
Woodstock fue sin
duda alguna el más importante festival musical que nos haya dejado la Era Rock.
Fueron tres días de pura música y premisas pacifistas a mediados de agosto de
1969. Sobre el escenario de este recital, el desfile de artistas identificados
con el movimiento del “flower power” lo terminó por convertir en todo un
manifiesto del hippismo. Los jóvenes de las flores proponían un innovador estilo
de vida, con valores filantrópicos tan altos que hacían que la filosofía de esta
tendencia cultural fuera totalmente disrruptiva con todo lo que la sociedad representaba
hasta ese instante.
De repente, la
felicidad máxima radicaba en escuchar a todo volumen un Rock denso y poblado de
texturas, con solos de guitarra con sonido “wah-wah” que invitaban a la mente a
divagar… Todo esto coronado por abundantes dosis de marihuana y de ácido
lisérgico. Todos se ponían a bailar agitando espasmódicamente los brazos en el
aire, mientras intentaban que la música atravesara cada célula del cuerpo y los
volviera uno sólo con el cosmos. La misma ideología de los hippies contenía un misticismo
abierto a todo tipo de creencias; de hecho, cuanto más extrañas, mejor.
Probablemente el hippismo haya sido algo así como el nirvana de la sociedad
occidental. Fue un despertar de la conciencia, un momento de iluminación, ese
instante en el cual se entremezclan el terror y la alegría más profundos que
puede experimentar un ser humano, al darse cuenta de que tal vez todo lo que se
había hecho hasta ese entonces estaba mal; y por lo tanto ya ninguna regla era
válida. El único mandamiento que se volvió auténtico era ese que es casi tan
viejo como el mundo, y que nos manda a amar al prójimo como a uno mismo. Sólo
permanecería entonces el amor fraternal, y a partir de allí se intentó construir
algo nuevo: “Me voy a recorrer el país, nena;
¿quieres venir? Me voy a algún lugar en el que nunca haya estado. Me voy, me
voy allí donde el agua sepa como el vino. Podríamos tirarnos al agua y estar
borrachos todo el tiempo”. Uno de los grupos que se consagró en Woodstock fue Canned Heat, quienes
han sido famosos por incluir en sus discos a viejas glorias del blues –llegaron
a contar en sus grabaciones nada menos que a John Lee Hooker-. Artistas excelentes
a la hora de improvisar, algunos de ellos habían sido músicos de sesión en
grabaciones de nada menos que Frank Zappa o The Monkees. Supieron sin embargo
ir adaptándose a la nueva música que surgía, y así fue como sumaron a su sonido
instrumentos como la flauta traversa, instrumento que terminaría representando
el sonido hippie y el futuro del Rock Progresivo, de la mano de artistas tan
excelsos como Jethro Tull y Yes.
“Voy a abandonar esta ciudad, necesito escaparme. Todas
estas peleas y discusiones, ya sabes que no puedo soportar todo esto. Así que
mejor que hagas tus valijas, ya sabes que tenemos que irnos hoy mismo. Adónde
vamos, exactamente no lo sé, pero puede que hasta tengamos que abandonar el
país. Porque todo esto se siente como un nuevo juego, y yo quiero jugarlo”. Se trasluce en las imágenes de este
video que hay un verdadero espíritu de mancomunión. Lo de uno es de todos, y estamos
todos juntos sólo para pasarla bien. Lo que quieras ponerte está bien, como
quieras bailar está bien, la sustancia con la que quieras colocarte también
está bien. Todo está bien, siempre y cuando todos estemos bien. Mientras tú
estés bien, yo también estaré bien, y todo estará bien: “No tiene caso que corras, que grites o que llores, porque tú tendrás
un hogar aquí siempre y cuando yo tenga le mío”. Lo triste de este caso
es que el Verano del amor fue un sueño. Y, como ocurre con todo sueño, en algún
momento hay que despertar. El fin de la década más gloriosa que vivió el Siglo
XX dejaría a los jóvenes de la generación de las flores frente a frente con los
graves problemas que suelen tener aquellos que se despiertan luego de una
fascinante resaca. Allí está el verdadero inconveniente de tratar de evadirse
de los problemas. Uno puede hacerse el desentendido tanto como quiera, pero al
final, los problemas continúan estando allí; y tal vez hayan empeorado debido
al tiempo que dejamos pasar sin poder darles una solución. Al menos, nos queda
el consuelo de ir a refugiarnos de tanto en tanto en esos recuerdos felices que
nos quedan luego de toda fiesta… Quedará en la memoria entonces la reminiscencia
gloriosa de aquella fiesta del amor libre, en la que la imaginación intentó
quedarse con el poder. ¡Feliz Deprimartes!
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