Deprimartes sónico:
Cuidado, porque parece que
alguien nos vigila desde lo alto: “No pienses que
pedir perdón es algo tan sencillo. No trates de dar vuelta las cosas. Tuviste
muchas oportunidades, pero ya no voy a darte ninguna otra. No pidas más, así es
como son las cosas; porque internamente sé bien lo que piensas”. Dentro
del Rock, Alan Parsons es la definición misma de “ingeniero de sonido”, ese
profesional que se encarga de manera arquitectónica de mejorar tanto las
técnicas de grabación como la depuración de todo aquello que se plasma en un
tema musical. Y aún funcionando como tal, tuvo la genial idea de encargarse de armar su propia
banda, y todas sus producciones siempre fueron cuidadísimas desde el punto de
vista melódico y armónico. Pergaminos no le faltan: además de haber estado a
cargo del sonido de éxitos de The Hollies, de Wings, y de Steve Harley; ha
estado detrás de la consola en álbumes como Abbey Road de The Beatles, y de The
Dark Side Of The Moon de Pink Floyd. Casi nada, eh…
“No
digas palabras de las que luego vayas a arrepentirte. No dejes que la ira se te
suba a la cabeza. He escuchado tu acusación antes, y ya no voy a soportarla más;
créeme. El brillo en tus ojos hace que uno piense que vale la pena creer algunas
de tus mentiras”. Ya desde su título, este tema tiene una clara vertiente
orwelliana. La novela 1984 y su Big Brother que lo vigila todo, asfixiándonos.
Aquí habla ese Ojo que lo ve todo, y no parece tener nada de autocrítica: “Soy el ojo en el cielo que te está mirando, yo puedo
leer tu mente. Soy quien hace las reglas, y tengo que lidiar con tontos todo el
tiempo; pero yo puedo engañarte aún con mis ojos cerrados. Y ya no necesito ver
más para saber que puedo leer tu mente”. Que cada uno interprete cuál es
ese gran ojo omnipotente que nos está juzgando desde lo alto. Y que,
obviamente, no tiene ni una gota de humildad para ejercer juicios sobre
aquellos que observa.
Cada vez que nos topamos con un
cartel que dice: “Sonría, lo estamos filmando”, sospechamos que en realidad no
hay nadie mirándonos –tal vez ni siquiera haya una cámara grabando-. Y así, la
última estrofa de este tema bien podría estar puesta en labios de alguna de esas
almas observadas y juzgadas, que parece haber espiado detrás de la cortina y no
haber descubierto ningún observador omnisciente allí arriba: “No vayas dejando falsas ilusiones. No llores, porque eso
no hará que yo cambie de parecer. Así que encuéntrate otro tonto como lo
hiciste antes, porque yo no voy a seguir creyendo tus mentiras; mientras que el
engaño se vuelve cada vez más evidente”. Parece que no siempre
hay un dios allí arriba, mirándonos. ¡Feliz Deprimartes!
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