martes, 28 de abril de 2015

Capítulo 116: “Wonderful Life”. Black. (1986)





Deprimartes lacónico:



Colin Vearncombe, más conocido por su seudónimo artístico de Black, fue un cantautor nacido en Liverpool –la meca de la música-, y que supo tener su cuota de gloria allá por fines de los ochenta. Su tema más exitoso está presentado a la postre con un premiado videoclip en blanco y negro, verdadero antecesor de los videos incoloros de la década del ’90. En él nos muestra escenas de lo que ocurre cotidianamente en un paseo costero. Rostros simples, vecinos sin preocupaciones, actividades sin mayores complicaciones. A primera vista, una vida sencilla y predestinada a la felicidad. Pero no: “Aquí voy, haciéndome a la mar otra vez. El brillo de sol llena mi cabello de luz, y el aire parece lleno de sueños. Hay gaviotas en el cielo que se reflejan en mis ojos tristes. Todo esto se siente tan injusto, porque pareciera haber magia en todas partes”. El protagonista del video sólo logra ver el mundo a través de sus ojos ensombrecidos. Cosas y personas sin colores, sin sofisticación, sin profundidad. Todo lo que canta está lejos de sonar como un manifiesto del optimismo, y se lo ve siempre cabizbajo, con la mirada perdida, con una expresión de resignación desabrida cruzándole el rostro; y en el mejor de los casos se le asoma una mueca que apenas puede catalogarse como sonrisa: “Mírame, aquí parado, totalmente a la deriva. Pero firme a pesar de todo”.



No parece haber ningún rastro de convencimiento en las palabras de este cantante. Todo ese dechado de esperanza que aparenta ser la letra del estribillo está dicho como quien necesita afirmar algo como para creerlo realmente. En teoría, no tiene sentido tener este sentimiento amargo que nos come el alma como si fuera un ácido, ya que ésta es una vida maravillosa… ¿No es cierto?: “No tengo por qué correr a esconderme, ya que esta es una vida maravillosa. No tengo por qué llorar ni reír. Es una vida maravillosa”.



Yo estuve allí. Estuve en esos lugares llenos de colores sólo para los demás. Todo es gris cuando no hay razones para vivir. Y el resto de la humanidad no logra comprenderte. Se siente como si te odiaran. Sus miradas resultan lacerantes, rayos hirientes parecen partir de sus pupilas: “El sol está en tus ojos, el calor en tu pelo. Y sin embargo todos parecen odiarte sólo por existir. Y necesito un amigo. Oh, cómo necesito un amigo. Alguien con quién sentirme feliz, y así ya no estar tan solo”. La soledad es un elíxir que pocos sabemos degustar. Parece un placer sólo destinado para aquellos que nos sentimos unos extranjeros de la vida, unos desorientados de esta realidad, unos visitantes de esta existencia. En definitiva, y como se ve en el video, siempre habrá quien camine con su paraguas abierto bajo el sol… ¡Feliz Deprimartes!

martes, 21 de abril de 2015

Capítulo 115: “Der Kommissar”. Falco. (1981)





Deprimartes drogadicto:



Nada más loco que ponerse a rapear en alemán para contar esta aventura urbana sobre cómo conseguir cocaína y evadir la Ley: “Dos, tres, cuatro… Uno, dos, tres… No hay nada malo en contarte la historia, aunque ya estoy acostumbrado a ella. No la mencionan ni en la TV ni en la radio, aunque todos la conocen. Ella era joven y su corazón era puro y blanco, pero cada noche ponía el precio. Me dijo: “Cariño, veo que nos vamos entendiendo”, y entonces me di cuenta de que ella estaba caliente. Luego dijo: “Amor, extraño a mis locos amigos, Jack, Joe y Jill”. Su nariz me hizo entender lo que ella quiso decir, así que los llamamos de inmediato”. El austríaco Johann Hölzel, más conocido como Falco, apareció en 1981 con este rap germánico, y eso lo convirtió en el primer artista que logró entrar en los rankings internacionales con un tema no hablado en inglés. Unos años después incluso llegaría al Nº1 con el clásico “Rock Me Amadeus”, además de colocar otros temas en los listados, como “Jeanny” y la buenísima “Vienna Calling”. Justamente fue su adicción a las drogas lo que lo hizo desaparecer en la década del noventa, sólo para morir prematuramente en un accidente de autos. Hoy todavía se lo recuerda por haberse preguntado con cierto sarcasmo: “¿Todo en orden, Señor Comisario?”.



En cualquier rincón de toda ciudad que se precie de tal, habitan ellos. Visitados frenéticamente por un ejército de “junkies”, allí están los “transas”, “punteros”, “dealers”, “camellos”, “contactos”… Tantos nombres en código para designar al proveedor que en cada esquina está a la vista de todo aquel que quiera buscarlo, excepto de la Ley; que no lo ve porque obviamente ha arreglado su estadía por pura conveniencia: “Hay ciertos lugares especiales que son bien conocidos, ya sabes, si lo que quieres es pasar desapercibido como lo hace ella. De todas maneras, por todas partes la gente anda cantando: ‘No te des vuelta, cuidado; el Comisario anda por aquí’. Cuando él te encuentre sabrás que esa vida tan alegre que llevas es lo que te terminará matando”.



Es muy interesante analizar cómo las drogas influyeron en la historia de nuestro querido Rock. Siempre han generado una retroalimentación espectacular en la música, y negar eso sería algo propio de necios. En su momento muchas canciones y artistas, veladamente o no, han sabido alabar las cualidades de musa inspiradora de estas sustancias; y si bien algunas de éstas se han mantenido con un grado de regularidad en el centro de la escena artística, el paso de otras está muy emparentado con determinados subgéneros del Rock: “Oye, ¿quieres comprar algo, amigo? ¿Alguna vez bailaste al ritmo de esta sustancia, Jack? ¡Ponle ritmo a tu vida con esto!”. Así, el primer Rock & Roll, el Rockabilly y la generación de los Beatniks conocieron las horas de desvelo que generaban las anfetaminas; el Folk Rock, la canción de protesta, y las primeras experimentaciones de la mano del Pop de la Invasión Británica surgieron con el vuelo imaginativo que produce el consumo de marihuana; el LSD y los hongos fueron los abanderados del despegue artístico y onírico del Rock Psicodélico y el Rock Progresivo; para luego dejarle su lugar a la heroína, la que influyó en el Glam Rock, el Rock Sinfónico y el Rock de Vanguardia. Para la segunda mitad de la década del ‘70, y con la llegada de la música Disco, irrumpe ya sin recelos la cocaína, la que se quedará durante toda la década del ’80 como tema de fondo del Funk, el Punk, el Synth Pop, la New Wave, el Soft Rock y el Hard Rock; hasta bien entrada la década del ’90 con el Grunge, el Brit Pop y el Indie Rock. Finalmente, las drogas sintéticas como el Éxtasis y la Metanfetamina adornarían el canto de cisne del Rock, y anunciarían la llegada del Dance y de la Música electrónica; géneros para los cuáles prácticamente fueron creadas estas últimas drogas: “Y nos encontramos con Jill, Joe, y su hermano; y con el resto de la pandilla. Estaban rapeando por aquí y por allá, mientras ella estaba que arañaba las paredes. El caso está claro, Señor Comisario, incluso si Usted no comparte mi opinión: es por culpa de la nieve que todos vamos cuesta abajo. Hoy todos los niños saben esa canción infantil que dice: ‘No te des vuelta, cuidado; el Comisario anda por aquí’. Él tiene el poder y se cree que nosotros somos pequeños y estúpidos. Es tan frustrante que ya no quiero seguir hablando”.



Por supuesto que besar a la Musa inspiradora tiene su precio. La lista de muertos por sobredosis que tiene el Rock & Roll es larguísima, y la situación es aún más triste si consideramos las carreras artísticas que se han arruinado por culpa del uso y abuso de las drogas. No es mi intención sonar políticamente correcto, ni mucho menos; pero permítaseme decir que las drogas son como un automóvil deportivo último modelo. Si no lo manejamos responsablemente, tenemos enormes posibilidades de terminar destrozados al borde de la ruta… En fin, cuidado con el Comisario: “Si él te habla y tú no sabes qué responderle, sólo dile que la vida que llevas te está matando”. ¡Feliz Deprimartes!


martes, 14 de abril de 2015

Capítulo 114: “Valerie”: Steve Winwood. (1982)





Deprimartes pasivo:



Steve Winwood es un enorme multiinstrumentista, quien supiera tocar en grupos legendarios como Traffic y Blind Faith. En éste último conoció a su amigo Eric Clapton, quien en más de una ocasión lo mencionó como su tecladista preferido, y ha grabado álbumes exclusivamente con él. Además de tocar al lado de monstruos como Al di Meola, Joe Walsh, James Taylor y Tom Petty, también tuvo una muy buena carrera como solista; con éxitos internacionales como “Back In The High Life” y “Higher Love”. Pero el tema que nos ocupa hoy ha sido utilizado en más de una oportunidad por campañas publicitarias: “Tan salvaje, parada ahí, con sus manos en el pelo. No puedo recordar cuándo fue que me tocó. Todavía no hubo otra cara que pudiera reemplazarla”.



“Tan agradable, ella era como el jazz en una tarde de verano. Música fuerte y hermosa. Y entonces desapareció. No, ella no puede ser así de cálida; como si tuviera el viento bajo sus brazos”. Musicalmente hablando, es increíble que este tema aún hoy sea interesante; ya que parece un compendio de los errores que cometió el primer Synth-pop, y que ha hecho que los éxitos de esa época envejecieran tan mal. La base del tema tiene un sonido más propio de algún videojuego arcade que de un clásico del Rock, ya que sustituye el bajo por una base programada y la batería, obviamente, es electrónica. Además, el riff característico de la introducción consta de unos ataques de trompetas hechos con el teclado, algo de un gusto muy cuestionable; y el solo se regodea con ese sonido tan característico de cuando los sintetizadores recién daban sus primeros pasos en el Rock. Para colmo de males, además de todos los clichés ochentosos que tiene este tema, el videoclip no le va en zaga y hace uso y abuso de un baratísimo croma (ese efecto en el cual el saco de Steve desaparece sobre el fondo negro). Todo tan “kitsch”, que se me ocurre como una postal de una época decadente. Encima, la letra del tema no es la gran cosa… A pesar de este tipo de esperpentos, el Rock sobrevivió: “Valerie, llámame. Llámame, Valerie. Ven a verme, soy el mismo chico que solía ser”.



El amor aparece y desaparece, puede irrumpir en nuestras vidas sólo como un momento fugaz. Lo importante es saber si hicimos todo lo necesario como para retenerlo, o tan sólo lo dejamos ser. Y en este caso parece que estamos frente a una persona que no hace más que ser un mero espectador del amor que se le presenta. A lo largo de toda la letra, su pasividad es pasmosa, no hace nada para lograr que la chica de sus sueños se quede en su vida. Al menos, rescato la poesía de la siguiente metáfora: “Las canciones de amor llenan la noche, pero parece que no logran decirlo todo. Al menos no dicen cómo los amantes lloran, como si estuvieran por morir. Su llanto aún permanece suspendido en el tiempo”. Es así… Aquellos que aman, lloran como si de eso dependiera su vida. Pero este buen muchacho no hace mucho más que eso. Ni siquiera recuerda cuándo fue que ella lo tocó a él, y no a la inversa. Su única acción concreta es desear que algún buen día el viento se la traiga de vuelta. “En algún lugar, algún día, un buen soplo de viento me la traerá de vuelta. Alguna noche tal vez la escuche, tal como era antes”. En fin… Menos palabras, y más acción. ¡Feliz Deprimartes!

martes, 7 de abril de 2015

Capítulo 113: “Heart Of Stone”: Dave Stewart. (1994)




Deprimartes expositor:



Dave Stewart, la mitad instrumental de Eurythmics, siempre supo estar bien escondido detrás de Annie Lennox; como quien sabe operar entre las sombras. Aunque su carrera solista nunca despegó demasiado, se ha convertido en uno de los productores más conocidos y respetados de la historia del Rock & Roll; no por nada se lo sabe ver al lado de músicos del tamaño de Mick Jagger, Joss Stone, Tom Petty, y Ringo Starr, entre muchos otros: “Compré tu álbum en Nueva York, en Discorama, allí por Union Square. Debo haberlo escuchado un millón de veces ya. Cierro los ojos y te imagino ahí, con esas ropas tuyas que me encantan. Sólo desearía que tú fueras mi nena, y que publiquen historias sobre nosotros. ¿Crees que tú y yo podríamos tener una aventura?”. Para mis Deprimartes, estuve a punto de decantarme por su excelente e híper conocido tema “Lily Was Here”, hecho junto a la saxofonista Candy Dulfer; pero por suerte para ese hermoso éxito –y para desgracia mía-, el tema no tiene letra. Así que aquí lo tenemos en el video de “Heart Of Stone”, exponiendo en un museo.



“Tal vez tu corazón está hecho de piedra, tal vez yo estoy demasiado ciego para darme cuenta”. Una de las expresiones artísticas más características del arte conceptual es el “happening”. La participación del público es una de sus ideas primordiales; y cuando no hay un público, se lo va a buscar: este tipo de manifestaciones suelen orquestarse e improvisarse en público. Se trata pues de conmover, incomodar, obligar al espectador a reaccionar; hacer que cuestione los límites de lo que él considera arte: “Dos semanas en un museo de arte conceptual. Dos semanas fueron suficientes para mí. Con suerte, podré irme de aquí sólo con la nariz rota y con quemaduras de tercer grado”. Esta vertiente artística busca tan fervientemente ubicarse como vanguardista, que supo ser frecuentada por virtuosos de la excentricidad, tales como John Cage, Roy Lichtenstein, Yoko Ono, y la vernácula Marta Minujín. Y si bien está claramente abarcado dentro de lo que se denomina “Arte Pop”, el arte conceptual siempre intentó colarse en el mundo rock, como ocurría con las locuras supuestamente creativas en que se veía envuelto John Lennon por su afamada esposa; o por los experimentos que Andy Warhol hacía en su “Factory” de la mano de la banda Velvet Underground de Lou Reed.



Y uno de los aciertos de este video tan artístico sea el hecho de lograr capturar el espíritu mismo de este tipo de exposiciones conceptuales. Dave Stewart se expone a sí mismo, y a los integrantes de su banda, como piezas de arte… O como bienes de consumo. Una síntesis misma de lo que Marcel Duchamp hizo con su urinal. En el colmo de lo rebuscado, Stewart, con una cámara que lleva en sus anteojos, filma al público que está apreciando la muestra; haciéndolos a ellos parte misma de la exposición: “Quiero conducir de una punta del país a la otra, encender la radio y liberarme. No quiero hablar de eso, pero realmente creo que tú y yo deberíamos tener una aventura”. Pero más allá de toda consideración plástica, la letra de este tema parece más bien tener como centro algo más mundano. Hay una obsesión con una chica del estrellato, y esa obsesión se convierte en sueño y hasta tal vez en realidad, cuando el objeto del deseo responde afirmativamente: “Ella dijo: ‘Realmente me gusta la música disco, y si quieres ser mi chico, mejor será que lo hablemos. Tal vez entonces, puede que tengamos una aventura’”. ¿Habrá sido verdad, o sólo un sueño? ¿Quién sabe?... ¡Feliz Deprimartes!