Deprimartes engreído:
Ah, los ganadores… Los “winners”… ¿Qué sería de ustedes sin
gente como nosotros, que les recuerde que alguna vez también fueron seres
humanos?: “Entraste a la fiesta como quien camina
en su propio yate. Tu sombrero te cubría estratégicamente un ojo y llevabas puesto
un pañuelo de marca. Nunca dejaste de ver al espejo, a medida que te alejabas.
Y todas las chicas soñaban que eran tu pareja”.
La cantante Carly Simon revisita su mayor éxito en este
video hecho para la ocasión. Aquí nos pinta un supuesto truhán maduro que ha
sabido estropearle el corazón en sus años mozos –de quien las malas lenguas
dicen que en realidad se trata del actor Warren Beaty o del cantante Mick
Jagger, cuya voz se escucha inconfundiblemente en los coros- : “Me tuviste hace muchos años, cuando yo aún era bastante
ingenua. Decías que hacíamos una hermosa pareja, y que nunca te irías. Pero
renunciaste a todas las cosas que amabas, y una de ellas era yo. Tenía algunos
sueños, que se terminaron desvaneciendo como las nubes, como la espuma de mi
café”.
Todos hemos conocido gente para la cual parece que el sol
brilla todos los días. Gente con suerte en el casino. Gente que persigue sus
sueños, y que logran huir de sus pesadillas. Bueno, yo no soy uno de ellos.
Viendo este video comprendo que ser un ganador bien podría ser una cuestión de
actitud. ¿Qué cosa es más fácil que ser un ganador simplemente por bailotear
por las calles con un sombrero o bajando unas escaleras al ritmo de una
canción? De ahí a ser el dueño del mundo parece no haber mucha distancia: “Sé que fuiste al Gran Premio de Saratoga, y tu caballo,
naturalmente, ganó. Y que luego volaste en tu jet privado a Nueva Escocia, para
ver ese eclipse total del sol. Bueno, estás donde siempre tienes que estar en
el momento justo. Y cuando no estás ahí, estás con algún espía del bajo mundo,
o con la esposa de alguno de tus amigos”. En el videoclip de esta
canción vemos como este ganador de la vida, para convertirse en tal, debe dejar
todo atrás en un determinado momento. Abandona su pasado supuestamente feliz,
donde una esposa ingenua y abnegada le hornea un pastel, sólo para seguir el
irresistible impulso de cambiar quién es. Pero en el medio de esa nueva vida
revelada, algo le ataca. Algo le hace dar media vuelta y correr hacia su punto
de partida. Vuelve a atar un cabo. O tal vez vuelve para recuperar aquel
detalle que aún lo sigue convirtiendo en persona. Vuelve para apoderarse de la
torta recién horneada. Así es, volvió sobre su pasado sólo para reescribirlo.
Todo muy lindo, pero… No sé. Yo no podría ser así. Podría
bailotear esporádicamente por la calle, pero sólo como un síntoma del
sinsentido de la vida. Porque, verán, el optimismo extremo siempre me resultó
demasiado parecido a la estupidez. De todas maneras, a los ganadores les
termina pasando lo mismo que a mí. Se creen el centro del universo -sólo que
ellos están errados-: “Eres tan vanidoso.
Probablemente piensas que esta canción es sobre ti. Eres tan vanidoso. Apuesto
a que piensas que esta canción habla de ti, ¿no es cierto?”. Feliz
Deprimartes, queridos perdedores.