martes, 24 de junio de 2014

Capítulo 89: “You’re So Vain”: Carly Simon. (1972)




Deprimartes engreído:

Ah, los ganadores… Los “winners”… ¿Qué sería de ustedes sin gente como nosotros, que les recuerde que alguna vez también fueron seres humanos?: “Entraste a la fiesta como quien camina en su propio yate. Tu sombrero te cubría estratégicamente un ojo y llevabas puesto un pañuelo de marca. Nunca dejaste de ver al espejo, a medida que te alejabas. Y todas las chicas soñaban que eran tu pareja”.

La cantante Carly Simon revisita su mayor éxito en este video hecho para la ocasión. Aquí nos pinta un supuesto truhán maduro que ha sabido estropearle el corazón en sus años mozos –de quien las malas lenguas dicen que en realidad se trata del actor Warren Beaty o del cantante Mick Jagger, cuya voz se escucha inconfundiblemente en los coros- : “Me tuviste hace muchos años, cuando yo aún era bastante ingenua. Decías que hacíamos una hermosa pareja, y que nunca te irías. Pero renunciaste a todas las cosas que amabas, y una de ellas era yo. Tenía algunos sueños, que se terminaron desvaneciendo como las nubes, como la espuma de mi café”.

Todos hemos conocido gente para la cual parece que el sol brilla todos los días. Gente con suerte en el casino. Gente que persigue sus sueños, y que logran huir de sus pesadillas. Bueno, yo no soy uno de ellos. Viendo este video comprendo que ser un ganador bien podría ser una cuestión de actitud. ¿Qué cosa es más fácil que ser un ganador simplemente por bailotear por las calles con un sombrero o bajando unas escaleras al ritmo de una canción? De ahí a ser el dueño del mundo parece no haber mucha distancia: “Sé que fuiste al Gran Premio de Saratoga, y tu caballo, naturalmente, ganó. Y que luego volaste en tu jet privado a Nueva Escocia, para ver ese eclipse total del sol. Bueno, estás donde siempre tienes que estar en el momento justo. Y cuando no estás ahí, estás con algún espía del bajo mundo, o con la esposa de alguno de tus amigos”. En el videoclip de esta canción vemos como este ganador de la vida, para convertirse en tal, debe dejar todo atrás en un determinado momento. Abandona su pasado supuestamente feliz, donde una esposa ingenua y abnegada le hornea un pastel, sólo para seguir el irresistible impulso de cambiar quién es. Pero en el medio de esa nueva vida revelada, algo le ataca. Algo le hace dar media vuelta y correr hacia su punto de partida. Vuelve a atar un cabo. O tal vez vuelve para recuperar aquel detalle que aún lo sigue convirtiendo en persona. Vuelve para apoderarse de la torta recién horneada. Así es, volvió sobre su pasado sólo para reescribirlo.


Todo muy lindo, pero… No sé. Yo no podría ser así. Podría bailotear esporádicamente por la calle, pero sólo como un síntoma del sinsentido de la vida. Porque, verán, el optimismo extremo siempre me resultó demasiado parecido a la estupidez. De todas maneras, a los ganadores les termina pasando lo mismo que a mí. Se creen el centro del universo -sólo que ellos están errados-: “Eres tan vanidoso. Probablemente piensas que esta canción es sobre ti. Eres tan vanidoso. Apuesto a que piensas que esta canción habla de ti, ¿no es cierto?”. Feliz Deprimartes, queridos perdedores.

martes, 17 de junio de 2014

Capítulo 88: “Never Going Back Again”: Fleetwood Mac. (1977)




Deprimartes acústico:

Un hombre parece cantar algo que suena a: “Ya te perdí, así que perdí”. Porque en el amor, resabido es que perder es ganar, y viceversa: “No sabes apreciar el verdadero significado de un triunfo, así que ven a verme otra vez”. Siempre con el sabor agridulce de un reencuentro de muy viejos amigos, aquí canta el gran guitarrista Lindsey Buckingham y le sigue en los coros la talentosísima Stevie Nicks; quienes fueran en su momento la pareja sentimental más extraña del Rock, ya que ella tiene nombre de hombre y él tiene nombre de mujer. A través de sus voces rememoran esta melodía de la exitosa banda que los tuvo como protagonistas durante mucho tiempo: Fleetwood Mac.

Tranquila y armónica, esta pequeña balada casi sin letra dice tanto con su sentimiento evocativo y agridulce… Perteneciente a “Rumours”, su álbum más exitoso, este tema está empapado en la misma ironía que el resto del disco, ya que sólo se ocupa de reflejar una separación, que era exactamente lo que los miembros del grupo estaban haciendo en esos días: “Ella finalmente se derrumbó y me dejó entrar. Y así pude contemplar los mismos lugares en que yo había estado”. Muy simple en el mensaje, me deja como reflexión eso de poder ver reflejado en el desastre de otros todo lo que uno mismo ha atravesado. Y rogar que esas experiencias nos dejen la sabiduría necesaria para saber cómo actuar.


Esta frase refleja un poco mi realidad afectiva, pero estoy seguro que le pasa lo mismo a todo el mundo: “Ya estuve abatido una vez. Ya estuve abatido dos veces. Nunca volveré a estarlo otra vez”. Aunque tenga sólo cinco letras, “nunca” es una palabra demasiado extensa. Y más si perjuramos cosas en su nombre. Aquí queda demostrado; la voz cantante asegura que aunque cayó ya dos veces, nunca más lo hará… Y sobre el final canta algo que bien podría interpretarse como el manifiesto del amor enfermizo que el hombre profesa hacia las piedras con las cuales tropieza: “Estuve abatido tres veces… Nunca volveré a estarlo otra vez”. Hasta el próximo “nunca”. ¡Feliz Deprimartes!

martes, 10 de junio de 2014

Capítulo 87: “Seven Seas”: Echo & The Bunnymen. (1984)




Deprimartes poético:

Mi amor por el teatro y la dramaturgia –uno de los motores de mi vida artística, ya que tengo el dudoso honor de ser actor- encuentra en este video un eco que reverbera en mi espíritu. Se descorre el telón, y una interesante puesta en escena nos invita a presenciar esta poesía actuada, en la que se van sumando extraños personajes, acto tras acto: “Apuñala un corazón arrepentido con tu dedo favorito. Pinta todo el mundo de azul, y detén tus lágrimas antes de que ellas te terminen lastimando. Escucha cantar a los cavernícolas, traen buenas noticias”. Hay que bucear muy profundo en los mares de esta prosa para encontrar los tesoros expresivos que encierra el naufragio de un alma… ¡Ups!... ¿Ahora también soy poeta?... No, no creo.

Nacidos del Post-Punk, este dúo acompañado por una caja de ritmos –según muchos, llamada “Echo”-, luego se transformó en banda, para ir reconfigurándose con el paso de los años y concluir nuevamente como dúo. Otra serpiente que se muerde la cola. Sus temas respiran un aire denso, necesariamente oscuro; el espacio ideal para que el oyente pueda escuchar repicar los ecos de su propia alma. Por extraño que parezca, el nombre de la banda parece bastante adecuado. Sólo resta saber quiénes son los hombres conejo... Este ochentoso grupo de culto nos invita a visitar siete mares, y siete puertos, partiendo de su Liverpool natal (cuna de enormes talentos), pasando por los grandes puertos de Islandia, Rusia, Alemania, Holanda, Italia y Marruecos. Y a pesar de todo, el viaje es gélido: “Una larga espera por un sentimiento más fresco. Pertenecer o permanecer para siempre arrodillado. ¿Qué sentido tiene robar sin la gracia de ser un ladrón?”.


¿Por qué será que todos los temas e Echo & The Bunnymen me transportan a una atmósfera helada? Parece ser que la única manera de conjurar los males de la vida -como lo es un desengaño amoroso- es transformarlos en poesía: “Quemando mis puentes y rompiendo los espejos. Me doy vuelta para ver si estás quemando cobardemente a las brujas y a la madre religiosa. Seguramente vas a encender el fósforo y luego rociarme”. Transformarlos en poesía… O terminar en una realidad paralela mucho más agradable: “Siete mares, voy nadándolos tan bien. Me alegra ver mi cara entre ellos, besando el caparazón de una tortuga”. Creo que el quid de la cuestión está en este último verso: “En su momento, me enseñaron y me domesticaron con el flujo de mis lágrimas”. ¡Feliz Deprimartes!

martes, 3 de junio de 2014

Capítulo 86: “Blue Sky Mine”: Midnight Oil. (1990)




Deprimartes cancerígeno:

Diario de un obrero de una Compañía que se preocupa por sus empleados, pero más que nada, por sus ganancias: “Los periódicos edulcorados le mienten a los accionistas, y ellos cruzan los dedos mientras pagan para que se cuente su propia verdad. La hoja de balance sube y sube, perforando el cielo. Y mientras sigo aquí atrapado, esperando mis medicinas, es el sudor de mi frente lo que mantiene el motor en movimiento. Espero que las migajas que tengo en el bolsillo logren mantenerme en pie durante toda la noche”.

Peter Garrett, antes de convertirse en político ambientalista en su Australia natal, cantaba en esa gran banda también ambientalista llamada Midnight Oil, híper conocidos en todo el mundo gracias a su éxito “Beds Are Burning”. Y uno de los temas que más le preocupaba era el de las minas a cielo abierto, tan polémico siempre; tanto por el daño que le generan a su entorno como por las enfermedades que causan a sus operarios: “Me arrancaron mi coraje, está estropeado y  destruido; la vida que vivo no vale más que un bono. ¿Quién va a poner las cosas en claro y explicarme por qué? Si grito en la noche sólo me responde un triste silencio. No sé cómo explicar que la pantalla del televisor no me es ningún consuelo. Apagaron las luces de las puertas del Paraíso, y no sé por qué. Sólo sé que si trabajo todo el día en la Mina del Cielo Azul, habrá comida en mi mesa esta noche. Si camino de arriba abajo la Mina del Cielo Azul, tendré un día más de pago en mi bolsillo”.

¿Cómo detener a estas casi omnipotentes corporaciones multinacionales que se adueñan de todo lo que se les antoja? Parece que no se puede: “Alguien vino desde una costa lejana, porque la Compañía toma lo que la Compañía quiere tomar. Y parece que nada es tan valioso como un agujero en el suelo”. Nos queda una última y bíblica esperanza de que las cosas se equiparen. Porque, al final de cuentas, todos estamos bajo el mismo cielo, ¿no?: “Rezo porque la razón y el sentido común finalmente prevalezcan… No tenemos nada que temer. Al final, la lluvia cae sobre todos. Y limpia las calles de la Ciudad del Cielo Azul”.

La resignación se termina enquistando para transformarse en una falsa confianza: “Y si la Empresa de la Mina del Cielo Azul no viene a mi rescate… Si la Compañía Refinadora de Azúcar no me salva… ¿Quién lo hará? ¿Quién me salvará?”. Nadie lo hará. Hay que despertar de la pesadilla, los únicos que podemos hacer algo por nosotros, somos nosotros mismos. Bienvenidos al nihilismo. ¡Feliz Deprimartes!