martes, 25 de febrero de 2014

Capítulo 72: “Apeman”: The Kinks. (1971)




Deprimartes evolucionista:

¿Cómo puedo decir que estoy harto de todo este mundo sin sonar como un neandertal melodramático? Tal vez con un poco de humor, como siempre lo ha hecho ese genio que es Ray Davies: “El hombre, en su evolución, sólo ha creado las ciudades y el ruido del tráfico. Dame tan sólo una oportunidad y me quitaré la ropa y viviré en la jungla; porque solamente me siento a gusto subiendo y bajando de un cocotero. ¡Oh, qué vida de lujo, ser como un hombre mono!”. Verán, cuando al principio de los ’60 las bandas inglesas invadieron EE.UU. y les enseñaron al mundo entero cómo se hace música en serio, la punta de lanza fueron cuatro bandas: The Beatles, The Rolling Stones, The Who… Y The Kinks. Muy poco conocidos por estas pampas, sabían usar muy bien el afamado humor inglés para graficar lo que querían decir en una canción Rock, como ésta: “Me creo tan sofisticado porque vivo mi vida como un buen Homo Sapiens, pero a mi alrededor la gente se multiplica y merodea como si fueran moscas. Así que no me siento mejor que los animales que están sentados en sus jaulas en el zoológico, porque comparado con las flores, las aves y los árboles, resulta que soy un hombre mono”.

Con la banda que integraba junto a su hermano Dave, Ray Davies ha sido el autor de “Waterloo Sunset”, una melodía imprescindible dentro del Rock, que está considerada como probablemente la canción más hermosa compuesta en inglés. Y también, allá por 1964, se dieron el lujo de crear el primer tema Punk de la historia, con su inoxidable clásico “You Really Got Me”. Descubrir a este tipo de genios tan incomprendidos es como toparse con un oculto y milenario brebaje místico, sólo disponible para unos pocos que logran apreciarlo: “Pienso que soy tan educado y tan civilizado porque soy un estricto vegetariano, pero con la superpoblación, la inflación, el hambre y esos políticos de porquería, ya no me siento a salvo en este mundo. No quiero morir en una guerra nuclear; me gustaría irme a una isla lejana y convertirme en un hombre mono”.


Hagámosle caso a Charles Darwin, y volvamos a nuestros comienzos. No digo que nos convirtamos en cavernícolas, sólo digo que nos imaginemos con menos, digamos, “lujos”. No tanta internet, ni televisión, ni MP3… Sólo nos quedaría contemplar el paisaje, pero, ¿saben qué?: “Veo a través de la ventana pero no puedo ver el cielo, porque la polución me nubla la vista, me gustaría poder salir vivo de esta ciudad. ¡Vamos! Ámame; sé mi mujer mono. Seríamos tan felices en mi mundo de monos… Yo seré tu Tarzán y tú serás mi Jane. Te mantendré a salvo y tú me mantendrás cuerdo. Nos sentaremos en los árboles y comeremos bananas todo el santo día”. Así que habría que alejarse un poco de todo lo gris con que nos tapona un centro urbano, porque una de las cosas que más nos deprime es la ciudad. Y démonos rienda suelta para explorar nuestro lado salvaje. ¿Por qué? Simplemente porque sí. ¿O alguno de ustedes ha visto en la naturaleza a algún animal deprimido?: “Soy un hombre mono. Soy un mono, un hombre mono, soy un hombre King Kong, un hombre vudú; un hombre mono. Porque comparado con el sol que está sentado en el cielo, comparado con las nubes que pasan rodando, comparado con los bichos, las arañas y las moscas… ¡Pues soy un hombre mono!”. Despiojémonos juntos, y feliz Deprimartes.

2 comentarios:

  1. Esta semana te he trasladado al viernes porque no me gusta leerte a trompicones, prefiero hacerlo con tiempo y relajada, así que sin deprimir viernes hoy cambio fecha.
    Yo quiero ser una mujer mono, bueno mejor solo mujer, pero largarme a algún lugar que tengo en mente a olvidarme de este mundo que, aunque me convierta en neandertal, cada día me enferma más.
    Qué gusto retomar grupos, y escucharlos mientras se lee algo tan deliciosamente didáctico.
    Voy a volver a escuchar Waterloo sunset y aprovechar viernes tranquilo para empaparme un poco de buena música.
    Muy genial, como siempre

    ResponderBorrar
  2. Lo mismo me pasa, querida Nuria. Estoy seguro de que los neandertales eran más felices que nosotros. Gracias por leerme, como siempre.

    ResponderBorrar