martes, 26 de febrero de 2013

Capítulo 22: “The Logical Song”. Supertramp. (1979)





Deprimartes existencial:



"Cuando era joven la vida me parecía maravillosa, un milagro; todo era hermoso y mágico. Y los pajaritos en los árboles cantaban tan felizmente, mirándome juguetones y alegres... Y entonces me enviaron a aprender cómo ser sensible, lógico, responsable, práctico. Y me mostraron un mundo del que podía ser tan dependiente, clínico, intelectual, un cínico". Terminaba la década de los ’70 y había un particular mega grupo británico carente de guitarras eléctricas y que se negaba a subirse a la fiebre disco. Parece que no les iba demasiado eso de ponerse a bailar debajo de una bola de espejos sin darle espacio al pensamiento crítico. Así que hicieron música para los que no bailaban. Música para los que preferían mantenerse ocupados pensando.



Supertramp, con su batería de pianos eléctricos, le dio sonido a un verdadero manifiesto existencialista. Musicalizó ese momento tan extraño -tanto que roza la demencia- en el cual uno empieza a perder su paradigma de vida y tiene la extraña sensación de que algo no está bien, pero no sabe exactamente qué es lo que anda mal: "Hay momentos, cuando todo el mundo duerme, en que las preguntas se vuelven demasiado profundas para una mente tan simple como la mía. ¿Quieres explicarme por favor, qué fue lo que nos enseñaron? Sé que suena absurdo, pero; por favor... ¡Dime quién soy!... ¡¿Quién soy?!".



En cierto momento de la vida, todos nos hemos visto involucrados en algún tipo de estamento en el cual se nos pretendía enseñar a ser “personas de bien” -colegio, club, iglesia, grupos sociales, etc.-. Ahora, no quiero volverme odioso diciendo que yo tuve mi propio karma en un lugar en el cual me decían lo que estaba bien y lo que estaba mal, pero simplemente cada uno visualice su propio lugar, y recuerde que, si le surgían pensamientos críticos, sus compañeros seguramente les decían algo como esto: "Ten mucho cuidado con lo que dices, o todos terminarán llamándote radical, liberal, fanático, criminal. Anótate y ven con nosotros, nos gustaría sentir que eres aceptable, respetable, presentable... ¡un vegetal!".



La canción es, en el fondo, una enorme crítica al sistema educativo, pero por lo visto, la crítica también puede ser aplicada a cualquier otro de los planos mencionados. Como síntesis y resultado, aquí les dejo el verso final: “Porque ahora estoy pensando lógicamente… Uno, dos, tres… ¿cinco?... Me estoy volviendo poco creíble”. ¡Viva el pensamiento crítico! ¡Feliz Deprimartes!

martes, 19 de febrero de 2013

Capítulo 21: “Ode To My Family”. The Cranberries. (1994)





Deprimartes en blanco y negro:



Cuando escuché por primera vez la dulce voz melismática de Dolores O'Riordan, entendí que era un sonido creado para perdurar. Y así fue. Su embriagador efecto yodel al final de cada estribillo hace que lo que canta sea increíblemente difícil de olvidar. Y The Cranberries han existido, para gloria de Irlanda y de todo el mundo, gracias a la manera de cantar de su líder. En esta hermosa canción, las perpetuamente empobrecidas calles irlandesas abrigan los rostros frustrados de adultos demasiado adultos y los correteos de unos niños cuyas caras inexpresivas parecen guardarle poca fe al futuro. Y así se logra el marco justo a esta historia de afectos distanciados: "Trata de entenderme, no me des la espalda, porque pasé la mitad de mi vida ahí afuera, seguro que comprenderás. ¿Me ves? ¿Me ves aquí parado? ¿Todavía te agrado? ¿Te das cuenta? ¿Lo sabes?... ¿A alguien le importo?".



Esta oda parece estar cantada por el hijo pródigo que vuelve a casa y le habla a su hermano: "¿Dónde estaba toda esta infelicidad cuando éramos jóvenes y todo nos importaba un rábano? Y es que en ese entonces nos criaron para ver la vida como algo lleno de alegría y digna de ser vivida. Mamá me abrazaba, la sentía abrazarme aún cuando yo estaba lejos. A papá siempre le agradé, pero ahora, ¿a alguien le importo?". Y a pesar de todo esto hay una valoración de los años en que el hijo ausente estuvo alimentando cerdos: “Pero extraño todo aquello, ¿sabes? Porque también me gustaba estar lejos... ¿Y sabes qué? Tú no me encontraste, yo volví por mi propia cuenta… ¿Es que a alguien le importo?".



Han pasado los años, y lo único que ha perdurado más allá de mis cambios, es mi núcleo familiar. A pesar de haber intentado suplantarlos inconscientemente con otras familias (espirituales, políticas, etc.), ellos son los únicos que me han abierto siempre los brazos y nunca me juzgaron. Tal vez, lo único que me quede para decirles, a modo de humilde disculpa, es este desgarrador verso de la canción: "Por favor, entiendan que esto en lo que me convertí, no era mi destino; y en todas partes la gente piensa que soy algo mejor de lo que soy en realidad”. Que Dios bendiga a mis padres y a mi hermano. Y también a mi cuñada, que es como un ángel venido de otro mundo para quedarse a vivir en medio de mi familia; y que me ha hecho el extraño regalo de ser llamado tío. Nos vemos el próximo Deprimartes.

martes, 12 de febrero de 2013

Capítulo 20: “The Sound Of Silence”. Simon & Garfunkel. (1966)





Deprimartes clásico:



Hoy les traigo una joya de todos los tiempos, un tema que sin dudas vive en el olimpo de las elegidas entre las canciones existencialistas y melancólicas: "Hola, oscuridad, mi vieja amiga, vine a hablar contigo una vez más; porque una visión se arrastró suavemente y dejó sus semillas mientras dormía. Y la visión que quedó plantada en mi cerebro, aún permanece dentro del sonido del silencio". Paul Simon y Arthur Garfunkel formaron el que, para mi gusto, es el mejor dúo de todos los tiempos. Las canciones que nacían de la calidad compositora de Simon, sumado a su calidez interpretativa, encontraban una altura inimaginada gracias a la limpia y estridente voz de Garfunkel; y al contratono que surgía del encuentro de ambas voces. Todo un ejemplo de lo que es la sinergia, ya que si bien ambos tuvieron alguna cuota de éxito por separado, sólo fueron la sombra de lo que supieron ser en conjunto.



“En un sueño sin descanso, caminaba solo entre angostas calles empedradas. Y bajo el halo de una lámpara me levanté el cuello del saco para evitar el frío y la humedad, cuando mis ojos fueron apuñalados por el resplandor de una luz de neón; que resquebrajaba la noche y acariciaba el sonido del silencio”. Aquí nos cantan sobre el hombre que durmió y se soñó profeta, vox clamantis in deserto, y en su ensoñación les gritaba a las multitudes para que despertaran de la alienación a la que los somete el “dios de neón”, la sociedad: "En la luz desnuda vi diez mil personas, tal vez más; gente que conversaba sin hablar, gente que escuchaba sin oír, gente que escribía canciones que nunca serían cantadas, porque nadie se atrevía a romper el sonido del silencio. 'Tontos' les dije, 'ustedes no saben, el silencio crece como un cáncer. Escuchen mis palabras, podría ayudarlos; tomen mis brazos, yo podría salvarlos', pero mis palabras cayeron como silenciosas gotas de lluvia, e hicieron eco en los pozos del silencio".



Toda una profecía sobre el silencio improductivo, ese silencio lleno de ruido, que no aquieta la mente sino que la mantiene atemorizada, y que se contrapone al silencio zen que permite conectarse con uno mismo y que la misma canción invita a conocer sobre el final: "Y la gente se inclinó y adoró al dios de neón que ellos mismos habían creado. Y cuando se encendió era un cartel luminoso en el que se iba formando, con cada letra, la siguiente advertencia: 'Las palabras de los profetas están escritas en las paredes del subterráneo, y en los zaguanes de las casas... Y están susurradas en el sonido del silencio'”. Maravilloso. Una canción que uno no puede más que escuchar en un silencio respetuoso. Feliz Deprimartes.