martes, 6 de noviembre de 2012

Capítulo 7: “All I Want Is You”. U2. (1989)




Deprimartes celta.



"Dices que quieres un anillo de oro y diamantes. Dices que quieres que tu historia permanezca sin ser contada. Pero esa sería sólo otras de esas promesas que haríamos desde el día en que nacemos y hasta que nos morimos. Yo lo único que quiero es a ti”. Paul Hewson, más conocido por su seudónimo de Bono Vox, es el único artista de la historia del rock que logró la grandeza ética y artística necesaria como para escribir una segunda parte de una canción de John Lennon (hablo del tema “God Part II”) sin que nadie exija quemarlo en la hoguera por semejante atrevimiento. Es el frontman indiscutido de la que ha sido, desde la última mitad de los ‘80s, la mejor banda de rock del planeta. U2 es el nombre de este grupo de irlandeses que supieron gobernar el mundo, y que con este tema hermosamente triste nos dejan una humilde muestra de su simplismo atroz y de su efectividad pasmosa para lograr lo que siempre quisieron: emocionar.


“Dices que por todo eso me darás una autopista vacía, un tesoro que todavía tiene que ser encontrado, y todas las riquezas que aún guarda la noche. Dices que me darás ojos cuando la Luna esté oscura, un río en tiempos de sequía, un muelle en la tormenta. Pero esas serían sólo otras de esas promesas que siempre rompemos, desde nuestra cuna hasta la tumba; cuando yo todo lo que quiero es a ti”. A fuerza de una poesía urbana casi celestial, de un compromiso social que roza lo enfermizo, y más que nada, de la arquitectura sonora alienígena que logra con su guitarra Dave Evans (alias The Edge, el verdadero alma mater de la banda. Le pese a quien le pese, el simplemente “es” U2), esta potentísima banda se subió a un pedestal del cual nadie osa bajarlos a pedradas, como tal vez ya tuviéramos que haber hecho hace tiempo, en lugar de seguir aquí felizmente anclados, endiosándolos y auto flagelándonos con sus álbumes.


“Dices que quieres que tu amor se sienta bien para que así nos dure toda la noche. Dices que quieres… que tu amor ya no siga enfriándose". Tantas palabras que se lleva el viento, cuando lo único que se necesita es afecto. En fin, un maravilloso videoclip con un final abierto a todo tipo de interpretaciones, y aquí va la mía: dicen que soñar no cuesta nada. Sí que cuesta. Soñar cuesta mucho dolor, el dolor que sentimos cuando  tenemos que dejar de volar y volver a la tierra. ¿Y si ya no volvemos? ¿Si permanecemos en nuestra propia y feliz locura? Esa parece ser la decisión del pequeño protagonista del video, cuando decide no volver a tocar el suelo luego de subir al trapecio. Pero al final, parece optar por la solución más práctica. Regresar a la tierra, y debajo de ella, enterrar sus sueños para poder seguir su camino. Y bueno, en su lugar, ¿qué hubiéramos hecho?... ¡Feliz Deprimartes!

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