Deprimartes animado:
“En lo profundo de la selva, él trataba de
ganar su atención, y tal vez con otra estrategia lo hubiera conseguido. Él le
dio un perfume y ella le mostró su navaja, entonces fue cuando decidió
cambiar su manera de hacer las cosas”. Aquí Robert Palmer mete la pata. Ese gentleman que fue
este cantante británico, ya se había posicionado en la ruta del
éxito ni bien comenzaba la década del ‘80. Su gran voz, y su estampa de traje y corbata floja
a la hora de subirse al escenario lo convertían en un personaje de lo más “cool”.
Pero aún así… ¿Hacía falta cantar usando un falsete tirolés en un video animado
de muy dudoso buen gusto sobre un pájaro mujeriego?
La temprana muerte de este enorme cantante, que también
formó parte del muy exitoso súper grupo Power Station junto a algunos de los
integrantes de Duran Duran, lo sorprendió en la romántica ciudad de París, privando
al mundo del Rock de uno de los últimos exponentes que quedaban del Blue Eyed
Soul: “La vida sería mucho más excitante si
pudiéramos vivirla día a día. Al menos podríamos ajustar las luces para poder
iluminar nuestro camino”. Su imagen más conocida a través de varios de
sus videoclips era casi un cliché que hoy ofendería a más de una feminista: se
hacía acompañar por un puñado de esculturales modelos contoneándose en minifaldas, y que hacían
las veces de instrumentistas de su banda. Esto fue parodiado en varias
ocasiones –el más conocido de estos homenajes fue el que quince años después le
hizo la cantante Shania Twain-; así que el mismo Robert Palmer, con el consabido
humor inglés impreso en su genética, tenía licencia para mofarse de sí mismo y
poner aquí también detrás suyo unas suculentas pajaritas en minifalda tocando
instrumentos.
“Ella era una apostadora, él no podía culparla; ella tenía un lunar en la cara que le jugaba a su favor. Con eso lograba que a último momento él siempre tratara de conquistarla, y fue por eso que decidió cambiar su manera de hacer las cosas”. Tanto la letra de este videoclip como su estética misma nos
habla de la hembra que se presenta en sociedad con toda la intención de ser
tenida en cuenta como un producto de consumo. Se produce para para ser vista
como un premio a conseguir. Aunque hoy arremetan con furia los aullidos
rencorosos de los más recalcitrantes sectores feministas, hay que reconocer que
a más de una mujer le ha resultado cómodo que el machismo proponga la situación
en la que el hombre sea quien tenga que hacer todo para conquistarla… Y para mantenerla. Más allá de cuanto derecho ganado y merecido tenga el movimiento
feminista, siempre les rondará como una sombra la figura de la cazadora de
recompensas: “Él terminó por llevarse el amor que
ella tanto ansiaba, y ella se quedó con sus ahorros. Eso casi arruina su
reputación, así que finalmente cambió su manera de hacer las cosas. A ella no la
volvía loca el comportamiento que él tenía, y menos cuando leyó por ahí que
ahora estaba seduciendo a una bailarina, así que decidió cambiar su manera de
hacer las cosas”. ¡Feliz Deprimartes!
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