Deprimartes alquilado:
“Es
fácil, es tan fácil”. Así
de simple y conciso debería ser el manual del usuario para comenzar a ejercer la
profesión más antigua del mundo: “Tú me vistes, soy tu
marioneta. Tú me compras cosas, y yo amo que lo hagas. Me alimentas, lo
necesito. Me das amor, y yo lo mantengo vivo”. Por extraño que pueda sonar, a veces el
amor rentado es casi o aún más valedero que aquel que se entrega sin supuestamente
esperar nada a cambio. En lo personal, jamás pagué por sexo, y es una de esas
pocas cosas que estoy seguro que no haré hasta el día en que me muera, junto
con fumar tabaco y hacer surf. Pero recuerdo bien la charla que una vez tuve
con un taxista, que me explicaba los beneficios de recurrir a una trabajadora
sexual frente al hecho de tener que salir a conquistar una mujer: mientras que
uno se prepara toda una tarde para salir a ganarse los favores de un nuevo
amor, invirtiendo una buena suma de dinero en salir a comer, a bailar, y demás
menesteres, corre con la desventaja de que la fémina en cuestión puede echarse
para atrás en cualquier momento, y aún usando la más barata de las excusas. Mientras que cuando uno paga, recibe lo que busca… Lógica pura. Aún así, seguiré sin
pagar.
Pero no hay por qué vivir este tipo de relaciones como un mero
intercambio comercial. Si la persona que hace el aporte económico, también
conocido como “el caballo blanco”, sabe resguardar la dignidad de la parte que
provee la materia prima afectiva, la relación puede convertirse en un amor tan
bien falsificado, que ni aún el más avezado podría notar la diferencia con uno
auténtico: “Y
ahora míranos a los dos, llevándonos bien con todo lo que nos rodea. Nunca
quise nada, y eso es fácil porque tú compras todo lo que necesito. Pero échale
un vistazo a mis esperanzas, a mis sueños; dejar todo eso me costó tanto como
el dinero que gastamos. Yo te amo, y tú pagas mi renta”. Como
se ve en este videoclip, cuidando las formas, siempre es más sencillo
relacionarse con quienes están un escalón más abajo en la pirámide social.
Los responsables de este tema son los Pet Shop Boys, un dúo
inglés de Synth-Pop –de hecho, el dúo más exitoso de la historia británica, con
más de veinte singles en el Top 10-, que tiene la particularidad de intitular a
todos sus álbumes con una única palabra. Neil Tennant y Chris Lowe aún hoy
continúan siendo los Chicos de la Tienda de Mascotas, y son muy reconocidos
dentro del ambiente gay por su sonido y por la temática de sus letras; si bien ellos
no necesariamente han hecho pública su orientación sexual: “Me llamaste en la tarde para hablar de los rumores, y me compraste
caviar. Me llevaste a un restaurante en Broadway para contarme quién eres en
realidad. Nunca, jamás discutimos; nunca calculamos el dinero que gastamos. Yo
te amo, tú pagas mi renta”. En
muchas de sus composiciones utilizan un lenguaje neutral, como para que pueda ser
cantado sin asumir el género de quien canta.
“Y
ahora míranos a los dos, llevándonos tan bien; a veces hasta terminamos en
éxtasis. Las palabras significan tan poco, y el dinero menos, cuando te
recuestas a mi lado”. Para aquellos que piensen que la música electrónica
demanda un muy poco uso de talento, pueden darse una idea de que este tema se
convierte en una hermosa versión acústica cuando la tocan en vivo, acompañándose
sólo con una guitarra. Y se quejan de que nunca los invitaron a tocar en el
programa “MTV Unplugged”… En fin… ¡Feliz Deprimartes!
Excelente grupo , sus canciones las puede escuchar y no me aburren sus letras y música es una belleza al oído lo mejor del reino unido
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