martes, 7 de marzo de 2017

Capítulo 158: “Lucky Man”. Emerson, Lake & Palmer. (1970)




Deprimartes suertudo:

¿Qué es el Rock Progresivo? Probablemente la cima máxima que haya alcanzado el Rock & Roll en su búsqueda de la perfección. La necesidad de llegar a la madurez como movimiento musical le hizo intentar trasgredir todos los límites que se le habían impuesto como producto comercial, y así es como llega a experimentar con la estructura de canción comercial de tres minutos y medio, pasando a estirarse y convertirse en una progresión de movimientos dentro de una misma obra; además de abandonar en sus letras las temáticas del amor trivial para abordar cuestiones mucho más fantásticas y existencialistas: “Él tenía caballos blancos, y chicas con las cuales salir, todas vestidas en satén y esperándolo en la puerta. Oh, qué hombre afortunado que era… Oh, qué hombre afortunado que era”. Descendiente directo del Rock Psicodélico, difería de éste último en que su búsqueda de la experimentación ahora estaba gobernada por el virtuosismo a la hora de ejecutar un instrumento, antes que por el simple uso de drogas alucinógenas. Estas quedaban más bien como una musa inspiradora antes que como un vehículo en sí mismo.

“Con lazos blancos y plumas le tenían preparada su cama, y sobre un colchón cubierto de oro él recostaba su cabeza”. ELP fue un Power Trio denominado así por los apellidos de sus tres integrantes, Keith Emerson, Greg Lake & Carl Palmer. Los tres fueron músicos virtuosísimos en sus instrumentos, y encontraron en el Rock Progresivo el formato perfecto para desarrollar temas con estructuras longevas y cambiantes, llevando adelante ritmos intrincados y casi imposibles de ejecutar. Junto con un pequeño puñado de grupos de esa misma época –Yes, Genesis, King Crimson, Pink Floyd, por sólo citar algunos ejemplos- se convirtieron en la síntesis de la perfección de la música a la hora de ser escuchada, tanto por la calidad de sus instrumentaciones como por la fusión entre música clásica, jazz y rock que llevaban adelante. Lograron poner en el centro de escena a compositores clásicos contemporáneos, entre los que se encontraban nombres de la talla de Béla Bartók o de nuestro compatriota Alberto Ginastera, al versionar en formato sinfónico distintos movimientos de piezas musicales de estos escritores.

El Rock Progresivo no había nacido para ser bailado, sino para ser escuchado. Es por eso que en aquella época las bandas que reinaban sobre el mundo contaban con los mejores tecladistas del mundo. Nombres como los de Rick Wakeman, Tony Banks y Richard Wright, le daban un brillo propio a sus respectivas bandas gracias a sus trabajos tras los teclados. Y en este caso tenemos a Keith Emerson, tal vez el mejor tecladista de la historia del Rock –puesto que disputará por siempre con Wakeman-, quien en el final de este tema se luce haciendo un solo con el Minimoog. Este maravilloso instrumento electrónico, uno de los primeros sintetizadores, era una versión portátil del enorme e impráctico Moog modular; y al igual que su antecesor permitía generar una variedad infinita de sonidos electrónicos, lo cual le abrió la puerta al sonido carácterístico de la década del `70, y a tecladistas como Vángelis y Jean Michel Jarré, quienes fueron precursores de la música electrónica y terminaron siendo artistas con nombre propio. El Rock pasó a tener un aire retrofuturista, con un origen casi imposible de determinar, como si estuviésemos ante música extraterrestre…

“Él fue a pelear guerras por su país y por su Rey. De su honor y su gloria la gente cantaría canciones”. Esta canción, a primera vista con un fuerte aire folk, muy lejano de lo que estos tres músicos harían en el resto de su obra, fue compuesta por Lake cuando su madre le regaló su primera guitarra, a la edad de 12 años. En la letra se aborda la vanidad de la vida, la futilidad en que todo queda convertido debido al advenimiento repentino de la muerte, todo con la ingenua simpleza con que puede cantar sobre algo tan existencial la pequeña e inquieta mente de un niño de tan sólo 12 años: “Una bala lo encontró, su sangre corrió y él lloró. Ningún dinero podría ya salvarlo, así que se recostó y se dejó morir. Oh, qué hombre afortunado que era”. ¡Feliz Deprimartes!


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