Deprimartes olvidadizo:
De entre todo el vertedero
musical que resultó ser la década de los años 80’s –festival de la cantidad por
sobre la calidad-, las pocas cosas buenas allí brillaban como un relámpago en la
noche. Y éste probablemente sea EL tema de esa década. Aún abrevando en todos
los clichés electrónicos con que esos años infestaron el Rock, los escoceses de
Simple Minds supieron ser sobrios en la producción de esta canción, la cual es potente
y elegante a la vez; positiva, pero melancólica: “¿No
vendrás a verme? Estaré bailando solo, y tú lo sabes. Cuéntame tus problemas y
tus dudas, muéstrame todo lo que tienes adentro. El amor es extraño, se siente tan
real en la oscuridad. Piensa en todas las cosas buenas que tú y yo hemos proyectado.
Un cambio lento puede alejarnos, así que cuando la luz entre en tu corazón, no
vayas a olvidarte de mí”. Esta banda de sonido limpísimo, y de muy bajo
perfil, supo cabalgar los rankings con temas como éste y otros éxitos enormes,
pero son uno de esos casos muy comunes en la historia del Rock en el cual un
grupo reniega de su mayor suceso. Este fue su tema más popular, y sin embargo
no fue editado nunca en ninguno de sus álbumes de estudio oficiales.
Por supuesto que uno de los
pilares del éxito de este tema tiene que ver con su inmediata identificación
con una enorme película de esa época –los 80’s también nos dejaron un tendal de
espantosos filmes, y éste no es el caso-, considerada por muchos como la mejor
película de adolescentes que se haya filmado. Hablo de "The Breakfast Club", o la
historia de cinco estudiantes pertenecientes a los típicos estereotipos de
escuela, pasando todo un día juntos castigados; algo que los hace reconocerse
en el otro, y les da la valentía para escapar a los modelos que la sociedad les
imponía: “¿Me prestarás atención desde lo alto? Vigila
mi camino y nunca me ames. La lluvia sigue cayendo. ¿Tú me reconocerás? ¿Dirás
mi nombre o sólo seguirás de largo?”. La letra del tema no dice gran
cosa, y hasta en algún punto es un tanto contradictoria. Por momentos parece entablar
una conversación con un Dios en el cielo, y por otros simula hablarle a una
chica a la cual seduce: “No trates de fingir, yo
siento que lo lograremos al final. No voy a lastimarte, ni a tocar tus
defensas, tu vanidad ni tu seguridad. No te olvides de mí”.
Pero aún así grafica muy bien esa
necesidad que todos llevamos impresa en el fondo del alma por perdurar más allá
del tiempo, por pervivir en la memoria de todos aquellos que alguna vez
tuvieron el supuesto placer de conocernos. Ese mandamiento superior y
desesperado que nos hace huir aterrados de la posibilidad de hundirnos para
siempre en el olvido: “Voy a desarmarte, y voy a
rearmarte en mi corazón. Así que no, no, no; no te olvides de mí… Mientras te
vas, ¿dirás mi nombre?... ¡Vamos, di mi nombre!”. No se olviden de mí… ¡Feliz
Deprimartes!
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