Y lo hace con
una historia real, como podría ser la de cualquiera de nosotros: porque no hay razones, ¿qué
razones se necesitarían para hacer esto?". En 1979 una hermosa
niñita estaba por terminar los estudios, y le pidió a su papá que como premio le
regalara una radio. Y debido a esa lógica increíble que tienen los
norteamericanos, papi fue y le compró un rifle de regalo, ya que la nena era
una estudiante ejemplar. Entonces, un buen día, la nena agarró el rifle y empezó
a matar gente en la escuela. El primer tiroteo en colegios registrado en EE.UU.
Cuando los periodistas le preguntaron a la niña en cuestión el por qué -pregunta
estúpida si las hay, ya que no hay respuestas válidas para justificar algo así-,
ella sólo dijo: "Sólo lo hice para alegrarme el día… Es que no me gustan
los lunes". Ese día era un lunes…Bob Geldof -el protagonista de la película
The Wall de Pink Floyd, y creador del festival Live Aid- ni bien se enteró de
la noticia, escribió esta canción para su banda, glorificando esa sensación de
asco y repulsión que uno siente frente al comienzo de la semana. Todos odian
los lunes. Es la hora de despertar del ensueño en que nos intentamos sumir
vanamente durante sábados y domingos: “Dime por qué... No me gustan los lunes. Dime por qué… Es
que no me gustan los lunes, me gustaría poder dispararle a ese día y que no
exista nunca más”.
Esa mórbida
tradición en que terminaron convirtiéndose los tiroteos estudiantiles, estuvo
basada siempre en matanzas que fueron perpetradas –obviamente- por almas
torturadas. Pobres niños infelices, víctimas del “bullying” y de un sistema
escolar diseñado para aprender sin pensar, repitiendo letanías… Seres cuyos
días terminaban siendo todos iguales. Todos lunes…: “Ya
no hay más juegos en el patio. Ella ahora quiere jugar un rato con sus nuevos
juguetes. Y si bien la escuela terminó temprano hoy, pronto vamos a seguir
aprendiendo. Y la lección de hoy es cómo morir. Y se escucha una voz a través
del megáfono, y el Capitán de policía entra a la fuerza en la habitación, con
la cabeza llena de preguntas. Él no puede ver la respuesta, y es que no hay
respuestas, porque, ¿qué razones se necesitan para morir?”.
Tengo recuerdos
de hace poco tiempo atrás, en mis peores momentos de depresión, sin trabajo,
completamente solo y con todo el tiempo libre del mundo. Recuerdo que me decía
que todos los días eran iguales. Todos los días eran lunes… Y ese es el caldo
de cultivo ideal como para empezar a perderle el gusto a la vida, para alejarse
de las horas de sol, y para empezar a sentir lástima por aquellos a los que la
vida les parecía maravillosa. Y si bien no fui corriendo a comprarme un rifle, me
conformé con ver cómo me iba transformando en un misántropo empedernido. Un rasgo
que, según la Wikipedia, comparto con personajes ficticios como el robot
Bender, Sheldon Cooper, Daria Morgendorffer, y el Doctor House, ese prototipo
del ser decepcionado por su fe, asqueado de la gente, y con una elegida
incapacidad para relacionarse con el entorno… Me suena familiar. Pero a pesar
de la aversión que pueda generarme la raza humana, terminé por comprender que
la gente, simplemente, es como es y punto. A veces no logran aceptar la
realidad, no por idiotez, sino por simple comodidad con su vida. Esto los lleva
a no poder aceptar la derrota en que su vida se ha convertido: "La máquina de télex
se conserva bien limpia, porque le arroja noticias a un mundo que las espera
ansioso. Mamá está tan shockeada, el mundo de Papá se derrumba, y todos sus
pensamientos giran hacia su hijita. Y les parece que los dulces dieciséis en
realidad no son la mejor época de la vida. Pero no van a admitir la derrota, porque
no pueden ver las razones; y es que no hay razones, ¿qué razones necesitas que
te dé?” No hay razones, así que… ¡Feliz Deprimartes!
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