Deprimartes urbano:
Hoy les traigo a Su Majestad, el único e
indiscutido Rey del Rock & Roll: Mr. Elvis Presley. Figura emblemática y
casi fundadora de esta era, su poderosa voz –la misma que jamás lo abandonó, ni
aún en su triste ocaso- hace que se le guarde un respeto reverencial a
cualquier cosa que él cante, y que uno pase por alto la imagen decadente y casi
cómica que se tiene de él en sus últimas épocas. Aquí, con una madurez casi
inimaginable para un artista rocanrolero, se detiene a contemplar las
injusticias de un suburbio marginal: "Mientras
la nieve vuela, en una fría y gris mañana de Chicago, un pequeño bebé nace en
el barrio pobre. Y su madre llora, porque lo último que necesita es otra boca
hambrienta que alimentar. ¿Es que acaso la gente no lo entiende? Ese chico necesitará
que lo ayudemos. O crecerá y será un adolescente enojado. Mirá en lo que nos
convertimos nosotros. ¿Es que acaso estamos demasiado ciegos como para darnos
cuenta? ¿Lo único que hacemos es girar la cabeza y mirar para otro lado?".
Uno de los puntos más altos de la canción tiene
que ver con el duro cuestionamiento que la letra hace acerca de nuestra propia
actitud frente a estas situaciones. Y así, continúa preguntándose impávido cómo
es posible que la alienación de la ciudad nos haga invulnerables ante el dolor
y la necesidad del prójimo: "Y así, el mundo continúa girando. Y un chico que apenas
sabe sonarse la nariz juega en las calles mientras sopla el frío viento en el
barrio pobre. Y siente que el hambre lo quema, por eso empieza a deambular por
las calles durante la noche. Y aprende cómo robar, y aprende cómo pelear".
La rueda de la vida gira sólo para encontrar su
momento cúlmine en la tragedia, sólo para que el círculo continúe girando con
una nueva vida: "Entonces,
en una noche de desesperación, el adolescente escapa de casa. Compra un arma,
roba un coche, intenta huir, pero no llega muy lejos. Y su madre llora,
mientras una multitud se reúne alrededor de un joven enojado, tumbado boca
abajo en la calle y con un arma en su mano… Mientras ese joven muere, en una
mañana fría y gris de Chicago, otro pequeño bebito nace en el barrio pobre. Y
su madre llora”. Pura angustia social
de parte de uno de los poquísimos cantantes que realmente me levantan el ánimo.
Cada vez que escucho a Elvis termino pensando lo mismo: ¡lo que no daría yo por
andar por la vida como él, disfrazado de “Captain Marvel”, comiendo sándwiches fritos
de banana y mantequilla de maní, y mirando cuatro televisores a la vez! Y a
pesar de toda su locura de raíz farmacéutica, el tipo era capaz de este tipo de
reflexiones. ¡Larga vida al Rey y feliz Deprimartes!
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